Ha pasado un año de largos meses en casa entremezclados con vacunas, vacunas de refuerzo, lectura de tareas en la computadora, abundante comida thai para llevar y, así interrumpir la monotonía de la cocina, y el cierre de mi mundo, el cual ya se había hecho más pequeño después de la preparatoria. Pero considero que tuve suerte, ya que no perdí a nadie a causa del COVID. Mis padres, mientras siguen separados, han evolucionado en personas fuertes y ejemplo de crecimiento y resiliencia; además, el mundo virtual resultó ser accesible y cautivador para conectarse con otras personas. Me di cuenta de que lo que hay al otro lado de esta pandemia lo influirán indudablemente nuestras experiencias colectivas. Mi esperanza es que conservemos lo mejor que aprendimos y nos deshagamos del resto

Me gustaría compartirles mis deseos a todos ustedes, especialmente a mis hermanos y hermanas discapacitados que han tenido las de perder, incluso antes de que la palabra “pandemia” hubiera salido de los libros de historia para imponerse en nuestro vocabulario actual. Sobre todo les deseo amor.

 

Las vistas no observadas permanecerán, incluso las más débiles, si de vez en cuando cae sobre ellas una breve mirada

Las personas recordarán este año a través de numerosos lentes
cada uno de ellos ajustado al iris de quien observe
los ires y venires de la vida que nos rodea.
Algunos notaron la forma en el tiempo transcurrió muy lento,
otros resintieron su transformación en un fango de mensajes contrarios y noticias absurdas,
mientras que otros prefirieron ignorar los temores que acechaban en el camino para regresar a la normalidad.

Yo elegí poner mi foco en el estilógrafo cabeza de diamante,
que busca atrapar las lecciones de vida en el libro de la vida,
para que le sirva de testigo a las generaciones futuras,
si es que sobrevivimos,
y dejar que el linaje futuro aprenda de nuestras grandes equivocaciones.
¿Cómo nos irá? me pregunto
Existe la certeza de que será espantoso, eso está claro
y allí donde nuestras opiniones difieren se reflejarán nuestras creencias políticas.

En cambio, turnémonos para escribir las cosas que nos sostienen
las cosas que huelen a la sal del océano en un día de junio.
el efímero brote de belleza cuando transformas una esquina en un atardecer
el viento que sopla el humo del fuego hacia tus ojos sonrientes
los amigos que dejan regalos en el pórtico sin que nadie se los hubiera pedido
mañanas largas envueltos en la cama con la melodía de un hogar que duerme encima
la tarde amplia y abierta a la espera de lo predecible
componer poemas y cantos para sí que nunca se escribirán
infelicidad seguida de largos momentos de alegría.
Acogemos estas incomodidades porque ¿de qué otra manera reconoceremos el placer verdadero?

Forjemos un telescopio hecho de titanio
con lentes cóncavos hechos de lágrimas
lo dirigiremos hacia el horizonte donde el sol de oriente espera
a donde miran naturalmente nuestros ojos cada mañana.
Dejémonos respirar juntos
mientras encontramos nuevas maneras de amar
para conocernos los unos a los otros
para hacer un mundo mejor.
Pasemos el telescopio hasta que todos hayan tenido el turno
de conocer esta verdad:
sin ti hay en el mundo una persona menos para amar.

-Niko Boskovic


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